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Límites, necesidades y decir que "No"


Establecer límites saludables es fundamental para garantizar nuestro bienestar emocional y construir relaciones sanas y amorosas. Los límites actúan como reglas internas que nos permiten reconocer lo que nos beneficia y lo que no en nuestras interacciones con los demás. Son para proteger nuestras necesidades. Es lo que está Ok para mi, versus las acciones y situaciones que no están Ok.


Los límites saludables pueden dividirse en dos categorías: límites duros y límites blandos. Los límites duros son aquellos que nos protegen de situaciones que son inaceptables o perjudiciales para nosotros, sin excepciones. Estos límites no son negociables y representan una barrera de autoprotección. Por otro lado, los límites blandos son más flexibles y pueden adaptarse en ciertas circunstancias. Aunque preferiríamos que las cosas fueran de manera distinta, podemos aceptarlos sin comprometer nuestra integridad.


Existen diferentes tipos de límites, como los físicos, emocionales y relacionales. Los límites físicos están relacionados con el espacio personal, el contacto físico y la distancia cómoda para cada individuo. Los límites emocionales implican reconocer y respetar nuestros propios sentimientos y los de los demás, sin asumir o absorber las emociones ajenas. Los límites relacionales se refieren a las normas de trato, la comunicación, la frecuencia de las interacciones y las expectativas de la relación.


Porque cuesta poner límites

Establecer límites saludables puede resultar desafiante para algunas personas. Esto se debe en parte a la falta de claridad sobre nuestras propias necesidades y límites, así como a los bloqueos emocionales que pueden surgir, como la culpa o la vergüenza. Además, a menudo nos preocupamos más por lo que los demás piensan de nosotros que por ser auténticos con nuestras propias emociones y necesidades. Las experiencias previas de ser asertivos pueden generar miedo al rechazo o al abandono emocional, lo que dificulta aún más el establecimiento de límites claros.


Riesgos de no poner límites

La falta de límites saludables puede tener consecuencias negativas para nuestra salud emocional. Puede generar estrés, malestar, confusión y dificultad para escuchar nuestra propia brújula interna. Además, puede dar lugar a una acumulación de malestar que, descontrolada y alimentada por la ira, puede romper relaciones y generar sentimientos de culpa y autocrítica. La falta de límites también puede hacernos sentir infravalorados, angustiados y desesperanzados, afectando tanto nuestras relaciones personales como las laborales.

Para las personas altamente sensibles, establecer límites claros puede resultar particularmente desafiante debido a su naturaleza empática y a su tendencia a experimentar emociones de manera más intensa.


Beneficios de poner límites

Desde la perspectiva de la neurociencia, establecer límites saludables activa regiones cerebrales responsables del control emocional, la toma de decisiones y la regulación de las respuestas al estrés. Al establecer límites, estamos fortaleciendo nuestra capacidad para cuidar de nosotros mismos y mantener relaciones saludables.


En resumen, establecer límites saludables es esencial para nuestro bienestar emocional y para construir relaciones sanas. A través de la comprensión de nuestras necesidades y límites, la asertividad y la comunicación clara, podemos asegurar nuestro autocuidado, elevar nuestra autoestima y promover relaciones amorosas y respetuosas. A pesar de los desafíos, recordemos que el establecimiento de límites es un acto de amor propio y una forma de garantizar nuestra felicidad y bienestar en las interacciones con los demás.


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